Lo que debía ser un escudo, se convierte en arma.
Lo que debía fortalecer la cabeza, termina cortándola.
La productividad fue alguna vez gracia; el utilitarismo la convirtió en condena.
Sí, debemos producir. Y la pregunta no es ¿cuánto? La pregunta es ¿qué?
Para respuestas no hay una absoluta, pero sí hay una guía.
Esa guía tiene dos palabras: fruto y trascendencia.
Por eso producir sólo con trabajo para sostener a la familia, termina siendo insostenible.
Es necesario producir fruto, y que ese fruto permanezca.
Lo que produzcas con tu trabajo, para sostener a tu familia, alimentará sus cuerpos.
Lo que produzcas con tu alma, para sostener a tu familia, alimentará sus almas.
Trabajo con alma, es la combinación que da fruto.
Alma con trabajo, es la combinación para que permanezca.
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Hace unos 6 años me di cuenta que 80% de mi tiempo estaba en el trabajo.
Acababa de ser papá. Abrir los ojos a esa realidad me sacudió.
Así que decidí renunciar a mi carrera de ingeniería en la industria automotriz.
Me iba bien. Mi cartera sostenía a mi familia. Lo tenían todo, menos a mi.
Hoy no me va tan bien. Al menos no aún.
Pero ahora es mi espalda y corazón lo que sostiene a mi familia.
Y ahora no lo tienen todo, pero me tienen a mi.
¿Qué crees que es lo que vale más para los tuyos?
Al final, el día de tu muerte, los únicos que recordarán tus horas extra en la oficina serán tus hijos.