8 años atrás creía que importaba más tener tiempo de calidad con mi esposa e hijos, que la cantidad.
Descubrí que es una verdad a medias, y una verdad a medias es una mentira.
No tenemos un switch que se pueda activar de pronto y decir: “en este momento quiero pasar un gran tiempo de calidad con esta persona.” Nadie. Ni mi esposa, ni mis hijos; ni tu, ni yo.
Somos humanos, no máquinas.
¿Cómo esperamos que, a veces casi de la nada, se activen el amor, la gratitud y la conexión por unas cuantas horas o días? Cuando es algo que no hemos cultivado con horas diarias.
Me di cuenta que a mayor cantidad de tiempo, surge mayor calidad en el tiempo.
Que entre más tiempo se pasa con un ser amado, más probable era que el tiempo de calidad sucediera.
A veces incluso de manera no intencionada y espontánea.
Como un músico que está tan en contacto con su arte. Que entre más tiempo pasa cerca de sus instrumentos componiendo, más probable es que surjan notas de inspiración.
Entonces comenzaron a surgir momentos de calidad con mis hijos sin tener que estar una semana de vacaciones ó un momento de romance con mi esposa sin necesidad de que fuera una salida a solas cada 6 meses.
Así que me arranqué esa creencia.
Era como una anestesia inyectada directo al corazón para adormecerlo.
Para que así no me reclamara lo que sabía que le corresponde: la cercanía frecuente con aquellos por los que late.
Sé que tu corazón te reclama lo mismo, de lo contrario no serías humano.
Antes de que te arranques la anestesia tengo que advertirte algo: el inicio duele y se sufre porque el diseño moderno de la vida nos aleja “naturalmente” de nuestros amados.
Pero créeme, ese dolor y sufrimiento se convertirán en el fuego que te va a impulsar a encontrar el camino para unir más tu corazón con el de los que amas.
Sé valiente. Quita la anestesia.