Todos caminamos y la vemos morir, pero nadie hacemos nada.
Hay algunas sospechas y creemos en conspiraciones, pero nadie hacemos nada.
La dama Belleza desangra moribunda por el puñal que la maldita y celosa dama Mediocridad le enterró en un costado.
Todo con un sólo propósito: robarle su identidad.
Ahora es esta dama Mediocridad quien susurra sus “inspiraciones” a los artistas.
Ahora es ella quien inflama la cabeza de los arquitectos, en lugar del corazón.
Corazón es lo que ella no tiene. Sólo está llena de razón.
Y esa es la razón de que el arte esté perdiendo su sentido de trascendencia.
El arte y la arquitectura se están quedando sin los toques de la dama Belleza.