El trabajo es una extensión del hombre (al menos en mi caso lo es).
Quítale a un hombre su trabajo y pondrás en juego su sentido de existir.
De cierta forma, consideramos nuestro trabajo como una parte de nosotros, de quiénes somos. Una parte que va unida no sólo a la necesidad que sentimos de proteger y proveer a los nuestros, sino incluso del sentirnos útiles.
Por eso se nos infla el pecho de orgullo cuando alguien nos felicita por un trabajo bien hecho.
Por eso cuando una mujer le reconoce a un hombre lo “útil” que es en su vida, prácticamente lo tiene en sus manos.
Unas semanas atrás iba caminando por la calle con mi esposa. De la nada se le ocurrió decirme: “Cuando camino contigo por la calle me siento muy segura, como si nadie pudiera hacerme nada”.
No se lo dije, y espero que no lea esto, pero si después de esas palabras me hubiera pedido que la llevara de compras, seguro podría haberme vaciado la cartera y yo feliz.
Y sólo para aclarar:
Con decir “útil” no me refiero a un sentido utilitario, sino a un sentido de “servicio” que es algo más trascendental.
Si eres hombre y te sientes identificado con esto, compártelo con tu mujer. Tal vez te entenderá un poco más.
Si eres mujer, igual compárteselo a tu hombre y pregúntale ¿es esto cierto para ti?
Porque si no tenías ni idea de esto, cuando empieces a hacerlo te llevarás muchas buenas sorpresas.