El escudo de armas no sólo daba protección a los soldados durante la guerra.
El escudo era todo un recordatorio de quiénes eran, sus valores y el reino o familias que representaban.
La heráldica dice (sí, hay una disciplina que estudia esto) que cada región o reino tenía sus propios símbolos, aunque todos representaban valores fundamentales como el honor, la fidelidad, la esperanza, la humildad, y más.
Algo en especial llamó mi atención:
Esta “tendencia” nace junto a la creación de las armaduras con casco, donde el rostro del guerrero era poco visible.
Dicen los expertos en heráldica que fueron los mismos guerreros quienes comenzaron a pintar o dibujar cosas sobre sus armaduras entre el siglo IX ó X.
¿Por qué? — Si su rostro no iba a ser visto, querían algo que les diera identidad.
Que sus compañeros, el mundo, e incluso sus enemigos, supieran quiénes eran y de qué estaban hechos.
Después evolucionó:
Lo adoptaron los reyes, forjaron sus propios escudos de armas y bajo ellos cobijaban a todo su reino, junto a otros reinos conquistados a los que le robaban su identidad.
La consecuencia es casi predecible. Cada vez menos hombres se sentían identificados.
Mucho menos al ver las incongruencias de los reyes y la nobleza que portaban el mismo escudo de armas que ellos.
Algo así como lo que está pasando hoy con nuestras banderas y países.
Pero como hombres, seguimos teniendo esta tendencia.
Tus hijos y los míos, tú y yo, seguimos necesitando una estrella al norte que guíe nuestras vidas.
Un escudo bajo el que nos sintamos identificados; uno que nos sintamos orgullosos de portar.
Un escudo de valores que nos ayude a tomar decisiones, caminar con valentía y a blindarnos ante los ataques.
Uno que se reciba por herencia, de las manos del padre, pero que siga teniendo espacio para que hombres de generaciones posteriores puedan pintarlo y agregar los símbolos que los representen.
En un mundo que nos quiere hacer a todos “iguales”:
¿Qué escudo estamos fabricando para nuestros hijos?
¿De qué está compuesto nuestro legado?
¿Qué valores les estamos heredando?
Ser uno mismo, en un mundo que constantemente intenta convertirte en otra cosa, es el mayor logro. - Ralph Waldo Emerson.